domingo, 19 de diciembre de 2010

Premio Galguero. Antonio Pérez Henares.

Los galgueros me han dado un premio. Tengo que ir a recogerlo el próximo día 7 a un pueblo de Toledo donde se celebrará la final del campeonato de España de Caza con Galgo. Agradezco mucho esta deferencia y lo hago de corazón por tratarse de quien se trata. Unas gentes que se han visto acosadas y maltratadas en innumerables ocasiones y a quienes se ha puesto en la picota sin posibilidad de defensa. Esta columna, y lo digo con orgullo, ha sido uno de los pocos espacios que ha salido al corte de muchas exageraciones y mentiras. Por unos casos aislados de algunos canallas, que lo son y merecen el más duro castigo, se han visto satanizados miles de personas que practican su humilde afición y quieren y tratan lo mejor que pueden a sus animales.


Ellos son en realidad las víctimas. El año pasado, los robos de galgo, como todos los años, fueron una verdadera plaga, que les obliga a guardar a sus animales en auténticos búnkers para intentar evitar los continuos asaltos que sufre. Es tal el latrocinio que el año pasado, a la vuelta del campeonato, una galga que había quedado subcampeona fue robada a su dueño cuando paró en una gasolinera para repostar. Hasta ahí llega y está llegando la historia.
Pero de esos robos y de esos ladrones, cuyas víctimas son los galgueros, no quiere hablarse. Son muchas veces esos ladrones organizados quienes son los responsables luego de abandonos y maltratos que caen encima como sambenito añadido a todo el colectivo. No falta ni una baronesa, con título no reconocido pero a la que todos tratan con genuflexión por su dinero conseguido a través del consabido matrimonio con un «pobre» que se dedica a hacerse fotos a base de insultar a estas gentes de campo, sencillas y humildes a quienes les gustan los galgos y cazar con ellos liebres. La baronesa y sus amigos del talibanismo ecologista las prefieren en la mesa.

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